martes, 1 de septiembre de 2015

La Conquista

LA CONQUISTA


Colón había llegado cerca de México en su cuarto viaje, cuando por sus intérpretes aborígenes supo de una región llamada maya, pero jamás penetró en ella.
Diego Velázquez, el Adelantado de Cuba, se interesó por las regiones que se encontraban al occidente de la isla con el afán de buscar un paso hacia Asia. Velázquez envía una primera expedición a Yucatán al mando de Francisco Hernández de Córdova, quien detecta la huella de impresionantes civilizaciones, pero los habitantes de estas zonas y le infligen muchas bajas, por lo que regresa a Cuba. Esta experiencia le costaría la vida a Córdova, pues muere a causa de las heridas recibidas.
Juan de Grijalva marchó en 1517 con una poderosa expedición en busca de esclavos. Allí tuvo por primera vez contacto con los emisarios de Moctezuma, pero volvió rápidamente a Cuba para referir al Adelantado las maravillas descubiertas.


La expedición de conquista de México salió de Santiago de Cuba al 18 de febrero de 1519 mandada por un lugarteniente de Diego Velázquez.
Éste, un capitán de origen extremeño (de Medellín), Hernán Cortés, que había vivido en La Española desde 1504, donde logró alguna fortuna con las encomiendas y que ya ocupaba una posición privilegiada en la nueva colonia cubana, empleó en el montaje de la empresa casi toda su hacienda. El resto lo cubrió el Adelantado. No obstante, receloso de Cortés, intentó evitar su marcha, pero Cortés, prevenido, partió precipitadamente con quinientos ocho soldados, cien marineros, diez pequeños navíos, diecisiete caballos y diez cañones. Sus limitaciones jurídicas radicaban en que lo enviaba el Adelantado de Cuba y no la Corona, en una misión exploratoria y mercantil.

 cortes malinche moctezuma


 El capitán extremeño desembarcó en la isla de Cozumel, junto a Yucatán, donde un español, prisionero de los habitantes de la zona durante años y conocedor de la lengua y costumbres del país. Jerónimo de Aguilar, le sirvió de intérprete. En Tabasco derrotó a los habitantes de la zona, por lo que recibió veinte esclavas a cambio; entre ellas, la hija de un cacique de la región que respondía al nombre de Malintzin, quien, con el tiempo, devendría la famosa Malinche o Doña Marina, como acostumbraba a llamarla Cortés, su compañera, intérprete y consejera.

Los dos intérpretes que adoptó fortuitamente le servirían para penetrar en un mundo desconocido para él y le resultarían de incalculable valor para la conquista de México.
Al tocar tierra en San Juan de Ulúa fundó, con el consenso de sus hombres, la Villa Rica de la Vera Cruz. Allí contravino las órdenes del Adelantado de Cuba, pero disimuló la operación, gracias a los estudios de leyes que había realizado en Salamanca. Entró en contacto con los representantes de Moctezuma en la zona, quienes le ofrecieron ricos presentes. Los españoles organizaron un desfile militar de caballería y artillería con el objeto de mostrar su poder a los mexicas, para reforzar en los habitantes de la zona la creencia de que trataban con seres superiores, que Cortés, hábilmente, supo aprovechar. Así, decide penetrar en México al recibir una embajada del cacique de Cempoala y se alía con los totonacas. Pretende quebrar la resistencia del imperio mexica mediante pactos con los pueblos colindantes, sometidos a la voluntad del agresivo imperialismo azteca.
moctezuma II cortes

A Cortés lo recibe Moctezuma pero, temeroso el capitán de una trampa, decide capturarlo y mantenerlo como rehén. Ante la evidente riqueza aurífera del país. Cortés determinó pedir a Moctezuma su sumisión al rey de España, al que enviaría un enorme presente en oro.


Cortés insistió en que los mexicas adoptaran la religión cristiana y como prueba de su resolución, destruyó las imágenes del Templo Mayor. En la noche de 30 de junio de 1520, Cortés escapó de Tenochtitlan la fuga resultó un desastre, pues perdió la mitad de sus efectivos, entre españoles y tlaxcaltecas, y sus tesoros. En esta noche triste, el capitán extremeño lloró amargamente las pérdidas sufridas.
De Tacuba partió a Tlaxcala, pero un ejército azteca le salió al encuentro en el valle de Otumba donde, tras denodados esfuerzos, logró vencerles. La desproporción en número de los hombres de Cortés frente a los soldados de Texcoco quedaba compensada por sus armas y corazas de hierro. Una vez victoriosos, se refugiaron en Tlaxcala para curar sus heridas.
Conocedor de la magnitud de la empresa, Cortés preparó cuidadosamente sus huestes, trajo equipo y caballos de las islas, y continuó con su política de atraerse a los enemigos de los mexicas.


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